viernes, 18 de septiembre de 2009
Era una historia de amor. Resulta ser que de un romance salga esta historia. Él con el corazón roto, harto de desiluciones, quería encontrar algo por qué jugarse ya cansado de caminar. Ella sola, siempre colgada de la luna, despistada no buscaba, quería ser encontrada. Como todo aquel que busca encuentra, por casualidad o causalidad (es una historia no resuelta), ellos dos se encontraron. Distintos e iguales, parecidos pero diferentes. Así y sin más vueltas empieza la historia de amor. Complicándose la vida aprendieron a quererse. Será que el tiempo es buen consejero y no por nada la frase, tiempo al tiempo. Sin meditarlo se adentraron en un baile que no es 2 y 4, 8. Pero una vez en el baile uno tiene que bailar. Suena raro, rebuscado pero al fin y al cabo era amor. Él con lo suyo y ella con lo de ella. Y ellos con lo de ellos. Prometieron amarse por los días de los días. De a poco fue creciendo el amor y lo que se hacían sentir era cada día más fuerte. Pero en mi vida no conocí muchos finales felices y esta no va a ser una excepción. Era un bondi que se iba y le pasaba de largo. Ella lo miraba pasar; era algo que se le iba de las manos y no lo podía manejar. Se le iba, perdía el bondi. Y con el bondi a su amor. Siempre decían que ella llevaba una luz con la que iluminaba a todos. Esa que cuando el se fue, se fue con él. Y volvemos a donde empezamos. Una lástima, todavía lo extraña.
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