viernes, 22 de mayo de 2009

Felicidad es salud. Pero no sólo me refiero a la felicidad personal, hablo de la felicidad de un contexto, de un alrededor.
Felicidad abarca montones de emociones y sentimientos que llevan a ésta. Varían entre ellos y nos provocan cambiar de estado constantemente. Somos esclavos de su amplitud y variedad, de sus caracterísiticas que, entre otras cosas, dictan nuestros humores y malhumores. Siempre y cuando una persona esté bien predispuesta, puede tomarse las cosas de una mejor manera, sea esta la forma en mantenerse estable. De lo contrario, podemos decir que hay un gran abanico de gente que puede llamarsele "inestable" ya que sus cambios de estado son repentinos y radicales. Podríamos decir que estas clasificaciones nos definan o no, pero en una persona que sea conciente de lo que es la felicidad, no sólo se conforma con el bienestar de uno mismo, sino también, con el bienestar de sus allegados. Saber reconocer el estado en el que uno de sus pares está nos hace ser reflexivos y nos permite ayudar a quien tenemos al lado, buscando su bienestar, tratando de llevarlo de nuevo al camino de la felicidad. Que si lo resumimos a la brevedad, es la propia felicidad. Uno sabe admitir que la felicidad del que le es vecino produce una sensación imposible de alcanzar por otras cosas. Tiene una magnitud tan fuerte como la que pocas cosas llegan a lograr. Por eso, me atrevo a decir que, cuando nuestros compañeros/as son felices uno llega a uno de los máximos topes de alegría y felicidad y son estas las cosas que nos equilibrian.
Por cosas como estas, son por las que la felicidad es saludable.

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