Buenos aires es una ciudad grande y rara.
Con algunas personas maravillosas, es verdad.
Pero por lo general no.
Buenos Aires es una rara ciudad de carolos y marginetas.
Que llegado el momento no dudarían un solo instante en entregarte a los polizontes.
Donde artistas y autoridades, y putas, políticos y ladrones se sientan a la misma elegante mesa de la Costanera. Frente a ese río que parece dulce de leche de repostería y huele a mierda.
Y entre los dos escenarios, un grupito de serviles y honestos trabajadores callejeros comparten la herramienta y el sucio mantel.
Situación que no hace más que explicar por qué el río huele como huele.
Sí, Buenos Aires es una ciudad rara.
Donde anidan valientes que acaban temiendo lo que crean y que viven gracias a otros cobardes que lo consumen.
Donde se encuentran y se pierden amores.
Rara ciudad, de extrañas luces y afiebrados colores, entre cócteles de ácido y leche.
Ciudad bien constituída y mal gobernada de construcción bella y trato cruel.
Cielo mezquino y encantador infierno como es infierno seductor del Dante.
Que era un lugar de gran belleza, donde se cometían actos detestables y atroces.
Bella ciudad, plagada de acertijos.
Tal cual esa mujer que la habita que no es a vos a quien duerme, quizás porque un día se le ocurrió despertarte. Aun a pesar suyo.
Ese lugar desconocido donde tu corazón pide una mentira aunque sea para seguir creyendo.
Y un día, en esta rara ciudad, moja el aire su pincel y hace con él la primavera.
O aprieta los ojos el cielo, y el jorobado que vive en la punta de la Torre de los Ingleses prepara la mesa para Márgara que llegaba de la lluvia.
Porque se hace triste y ocioso vivir con el recuerdo a cuestas en la ciudad.
Donde no es cielo ni es azul lo que vemos ahí arriba.
Lástima que no sea verdad tanta hermosura.
Porque la belleza no tiene por qué ser cierta.
Y algunos pasan su vida llorando cuando es cierto Roberto Arlt.
...Y las ciudades, como las prostitutas están enamoradas de sus rufianes y sus bandidos.
Esto no pude segui así.
Y allí van unos con los ojos rojos de llorar y los otros con los ojos rojos del "Meta champán que la vida se va".
Y por eso, a, ante, bajo, cabe, con, contra, de, desde, en, entre, hacia, hasta, para, por, según, sin, so, sobre y tras esta ciudad, brindo por lo que vendrá.
Por aquellas cosas que todavía no se inventaron.
Por lo que aún no conozco de sus calles y por lo que todavía no viví y besos que no te di.
Celebro lo que hasta ahora no dije y los que aún no conozco.
Alzo mi copa por lo que viene, para que sea mejor que lo conocido.
lunes, 10 de mayo de 2010
Las Mujeres de mi generación Luis Sepúlveda Calbucura Santiago de Chile, 1999 Las mujeres de mi generación abrieron sus pétalos rebeldes de rosas, camelias, orquídeas u otras yerbas, de saloncitos tristes, de casitas burguesas, de costumbres añejas, Sino de yuyos peregrinos entre vientos. Porque las mujeres de mi generación florecieron en las calles, en las fábricas se hicieron hilanderas de sueños, en el sindicato organizaron el amor según sus sabios criterios Es decir, dijeron las mujeres de mi generación, a cada cual según su necesidad y capacidad de respuesta, como en la lucha golpe a golpe en el amor beso a beso. Y en las aulas argentinas, chilenas o uruguayas supieron lo que tenían que saber para el saber glorioso de las mujeres de mi generación. Minifalderas en flor de los setenta, las mujeres de mi generación no ocultaron ni las sombras de sus muslos que fueron los de Tania. Erotizando con el mayor de los calibres los caminos duros de la cita con la muerte. Porque las mujeres de mi generación bebieron con ganas del vino de los vivos acudieron a todas las llamadas y fueron dignidad en la derrota. En los cuarteles les llamaron putas y no las ofendieron porque venían de un bosque de sinónimos alegres: Minas, Grelas, Percantas, Cabritas, Minones, Gurisas, Garotas, Zipotas, Viejas, Chavalas, Señoritas Hasta que ellas mismas escribieron la palabra Compañera en todas las espaldas y en los muros de todos los hoteles. Porque las mujeres de mi generación nos marcaron con el fuego indeleble de sus uñas la verdad universal de sus derechos. Conocieron la cárcel y los golpes Habitaron en mil patrias y en ninguna Lloraron a sus muertos y a los míos como suyos Dieron calor al frío y al cansancio deseos Al agua sabor y al fuego lo orientaron por un rumbo cierto. Las mujeres de mi generación parieron hijos eternos, cantando Summertime les dieron teta, fumaron marihuana en los descansos, danzaron lo mejor del vino y bebieron las mejores melodías Porque las mujeres de mi generación nos enseñaron que la vida no se ofrece a sorbos compañeros, sino de golpe y hasta el fondo de las consecuencias. Fueron estudiantes, mineras, sindicalistas, obreras artesanas, actrices, guerrilleras, hasta madres y parejas en los ratos libres de la Resistencia Porque las mujeres de mi generación sólo respetaron los límites que superaban todas las fronteras. Internacionalistas del cariño, brigadistas del amor, comisarias del decir te quiero, milicianas de la caricia. Entre batalla y batalla las mujeres de mi generación lo dieron todo Y dijeron que apenas eso era suficiente Las declararon viudas en Córdoba y en Tlatelolco Las vistieron de negro en Puerto Montt y Sao Paulo Y en Santiago, Buenos Aires o Montevideo fueron las únicas estrellas de la larga noche clandestina. Sus canas no son canas sino una forma de ser para el qué hacer que les espera. Las arrugas que asoman en sus rostros dicen he reído y he llorado y volvería a hacerlo. Las mujeres de mi generación han ganado algunos kilos de razones que se pegan a sus cuerpos, se mueven algo más lentas cansadas de esperarnos en las metas. Escriben cartas que incendian las memorias. Recuerdan aromas proscritos y los cantan. Inventan cada día las palabras y con ellas nos empujan Nombran las cosas y nos amueblan el mundo Escriben verdades en la arena y las ofrendan al mar Nos convocan y nos paren sobre la mesa dispuesta. Ellas dicen pan, trabajo, justicia, libertad Y la prudencia se transforma en vergüenza. Las mujeres de mi generación son como las barricadas: Protegen y animan, dan confianza y suavizan el filo de la ira. Las mujeres de mi generación son como un puño cerrado que resguarda con violencia la ternura del mundo. Las mujeres de mi generación no gritan porque ellas derrotaron al silencio. Si algo nos marca, son ellas. La identidad del siglo son ellas. Ellas: la fe devuelta, el valor oculto en un panfleto el beso clandestino, el retorno a todos los derechos Un tango en la serena soledad de un aeropuerto, un poema de Gelman escrito en una servilleta Benedetti compartido en el planeta de un paraguas, los nombres de los amigos guardados con ramitas de lavanda Las cartas que hacen besar al cartero Las manos que sostienen los retratos de mis muertos Los elementos simples de los días que aterran al tirano La compleja arquitectura de los sueños de tus nietos. Lo son todo y todo lo sostienen Porque todo viene con sus pasos y nos llega y nos sorprende. No hay soledad donde ellas miren Ni olvido mientras ellas canten. Intelectuales del instinto, instinto de la razón Prueba de fuerza para el fuerte y amorosa vitamina del débil. Así son ellas, las únicas, irrepetibles, imprescindibles sufridas, golpeadas , negadas pero invictas

Doctor... ¿entonces usted cree que una mujer puede conseguir una risa y un hombre al mismo tiempo?
-¿Por qué lo pregunta?
-Porque siento que cuando los hombres dicen que les gusta una mujer con sentido del humor en realidad quieren decir que les gusta una mujer que se ría de sus chistes.
-Bueno, es que el sentido del humor es síntoma de inteligencia, y las mujeres inteligentes a veces inhiben un poco.
-¿Un poco?... -salté- Yo me pregunto siempre... ¿para qué sirve una mujer inteligente?... Los hombres no quieren a una igual, quieren a una mujer que los caliente, que puedan mostrar a sus amigos y que los acompañe.
Punto.
-¿Así que esa es su versión de lo que quieren los hombres?... ¿y qué se supone que quieren las mujeres inteligentes?
-¡Pregúnteselo a ellas! ¿por qué me lo pregunta a mí?
-Se lo pregunto a usted porque es obvio que es una mujer inteligente.
-Pero si soy tan intelignte... ¿por qué me enamoro como una idiota?... ¿será que las emociones me oscurecen la inteligencia? Porque yo cuando me enamoro, me pongo estúpida, más que eso, pensándolo bien, ni siquiera tengo que enamorarme, en realidad, sólo con que alguien me gusta es suficiente para que me transforme en una imbécil.
-¿Por qué lo pregunta?
-Porque siento que cuando los hombres dicen que les gusta una mujer con sentido del humor en realidad quieren decir que les gusta una mujer que se ría de sus chistes.
-Bueno, es que el sentido del humor es síntoma de inteligencia, y las mujeres inteligentes a veces inhiben un poco.
-¿Un poco?... -salté- Yo me pregunto siempre... ¿para qué sirve una mujer inteligente?... Los hombres no quieren a una igual, quieren a una mujer que los caliente, que puedan mostrar a sus amigos y que los acompañe.
Punto.
-¿Así que esa es su versión de lo que quieren los hombres?... ¿y qué se supone que quieren las mujeres inteligentes?
-¡Pregúnteselo a ellas! ¿por qué me lo pregunta a mí?
-Se lo pregunto a usted porque es obvio que es una mujer inteligente.
-Pero si soy tan intelignte... ¿por qué me enamoro como una idiota?... ¿será que las emociones me oscurecen la inteligencia? Porque yo cuando me enamoro, me pongo estúpida, más que eso, pensándolo bien, ni siquiera tengo que enamorarme, en realidad, sólo con que alguien me gusta es suficiente para que me transforme en una imbécil.
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